Crumble Orgullo Gay, otra perla de El Comidista

crumble orgullo gay

 

Los británicos son ciertamente contradictorios. Su tradición culinaria es escasa y poco variada (por más que se empeñen en defenderla); consumen comida de todos los rincones del mundo menos de la suya y parece que nunca tienen un minuto para sentarse a comer. Pero algo que cuidan con mimo y de lo que se sienten (y pueden sentirse) orgullosos es de su repostería: lemon meringue pie, plum cake, apple pie, trifle, carrot cake… la lista es interminable. Todos deliciosos e hipercalóricos, los dulces ingleses tienen una merecida fama mundial. Ah, no nos olvidemos del banana bread, del que yo hice una versión para inaugurar este blog.

Cuando vi la receta en el libro La cocina pop de El Comidista supe que más temprano que tarde sucumbiría a la tentación. Me encanta cómo quedan las manzanas cuando se hornean, su sabor cambia por completo y casa a la perfección con cualquier hidrato o grasa dulce. Además, el nombre que le puso el Comidista me hizo mucha gracia, realmente Ana Botella es una gran fuente de inspiración.

Vais a disculpar la presentación del postre: hice la foto corriendo en la propia fuente del horno, antes de que mis amigos se ventilasen el crumble.

Preparación (para 10 personas)

  • 6 manzanas Golden
  • 4 peras
  • 1 limón
  • Cuatro cucharadas soperas de azúcar
  • Dos cucharadas de maicena
  • 1 cucharadita de canela, jengibre y nuez moscada
  • Unos 150 ml de vinagre de Módena
  • 50 gr de azúcar moreno

Cobertura

  • 350 gr de harina
  • 200 gr de mantequilla muy fría
  • 150 gr de azúcar

 

Preparación

Comenzaremos preparando la reducción de vinagre de Módena. Lo pondremos a calentar con el azúcar en un cazo a fuego lento hasta que se forme una especie de jarabe. Hay que remover a menudo para que la mezcla no se pegue.

Cortar las peras y las manzanas a daditos pequeños y echar a un bol grande. Mezclar con el zumo de limón para que no se ennegrezcan. Añadir las especias y las cucharadas de azúcar y maicena. Remover.

Precalienta el horno a 190 grados. En un cuenco grande echa la harina. Corta la mantequilla muy fría en daditos y échala en la harina. Ahora la tienes que arenarla, esto es, desmigajar la mantequilla con la harina con la punta de los dedos hasta formar unas migas, como arena gruesa.

Pinta la base de una bandeja de horno alta con la reducción de vinagre. Añade la mezcla de frutas y recubre por encima con las migas que acabas de hacer. Mete al horno durante 45 o 50 minutos, hasta que esté dorado y la fruta burbujee.

Servir templado con nata montada, nata líquida o helado. Una opción interesante sería acompañarlo de helado de té matcha.

Viaje extracorporal a Japón: helado de té matcha

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Oro verde. O eso podríamos deducir a juzgar por lo que cuesta. La chica de la tienda me lo tuvo que notar cuando pregunté por el precio de 40 gramos de té matcha especial repostería. Rondaban los diez euros: mi cara era una mezcla de asombro e indignación. Pese a todo, compré una bolsita, diciéndome a mi misma que iba a hacer grandes cosas con ella.

Y efectivamente, así fue. En una cena asiática que organizamos con amigos, nosotros hicimos los postres y decidimos que era una buena ocasión para utilizar el té. Diego hizo moshis de té matcha rellenos de chocolate. No guardamos recuerdos fotográficos de aquello porque era verdaderas pinstrositys: era mejor olvidar. Pese al aspecto, he de decir que estaban muy buenos.

Yo opté por hacer un helado de té matcha. Había que darle salida al té y a la heladera que nos habíamos comprado en Navidad y que solo habíamos utilizado una vez para crear una especie de témpano de hielo sabor a dátil. Bien, tenía que encontrar una receta que fuera de fiar, no quería pifiarla en la cena. Busqué en google y para mi sorpresa en el primer puesto estaba la receta de té matcha de un blog al que tengo en mucha estima: El Monstruo de las Galletas. Así que decidí no buscar más y fiarme de su criterio. El resultado fue muy bueno, el sabor era extremadamente delicado, te teletransportaba a Tokyo en un milisegundo y allí te quedabas mientras el suave helado se derretía en tu boca. Si no, que se lo pregunten a mi amigo José Aniorte, que entró en una especie de trance al probarlo.

Ingredientes

  • 20 gr de té matcha
  • 400 ml de leche entera
  • 400 ml de nata
  • 6 yemas de huevo
  • 250 gr de azúcar

Preparación

Mezclamos el té con 40 gr de azúcar y un par de cucharadas de leche hasta obtener una pasta. Ponemos el resto de leche a calentar y añadimos esta pasta mientras removemos con una cuchara de madera. Cuidado con que la leche no hierva, mantener a fuego medio.

Por otro lado mezclar las yemas con el resto del azúcar. Añadir esta mezcla a la leche y seguir removiendo  para que no se pegue. En cuanto dé un hervor, retiramos el cazo del fuego y dejamos templar.

Montamos la nata (no hace falta que esté muy montada, solo un poco) e incorporamos la mezcla del cazo (que ya estará fría) muy poco a poco, haciendo movimientos envolventes con la cuchara.

Metemos esta mezcla en la heladera y la ponemos a funcionar. Cuando acabe, colocar el helado en un tupper y meter en el congelador. El helado aguanta cremoso varias semanas en el congelador, lo difícil es que te resistas