Crepes con espinacas y salmón y mi nuevo proyecto

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Sí, lo sé, publico con poca frecuencia, tan poca que me avergüenza decir que estoy de vacaciones. La culpa de todo la tiene Vera & The Birds, un proyecto que acabo de lanzar y que me ha robado el tiempo (y yo me he dejado querer).

Dibujo desde siempre. Pero nunca he reunido el valor como para hacerlo de manera recurrente: hacerlo habría significado que de alguna manera daba por hecho que tenía algo de talento. No me veía digna de eso.” No soy buena, ¿para qué intentarlo?”: ése  era más o menos el planteamiento.  Soy así de pava. Hacía un dibujo un par de veces al año, mataba a duras penas el gusanillo y ya está. Así durante años y años.  En abril me apunté a clases de pintura y cerámica, solo dos horas a la semana. Todo cambió. Empecé con el primer dibujo y ya no pude parar. Volví a experimentar esa sensación de enamoramiento, de zozobra continua que sentía cuando dibujaba durante mis esporádicos escarceos artísticos. Ahora siempre tengo la pintura en la cabeza, siempre revoloteando como puñeteras mariposas en mi estómago. Y cuando pinto, no puedo pensar en otra cosa, no siento las horas que pasan, no siento la sed, las ganas de ir al baño. Parece exagerado, juro que no dramatizo ni un ápice. Así que, haga lo que haga con mi vida profesional de ahora en adelante (tiempos de cambios), no voy a dejar este hobby que tan feliz me hace.

Os invito a todos a que paséis por la tienda y me deis vuestra opinión:

Estos crepes son la cena de verano ideal, para tomar con un vaso de vino blanco

Ingredientes

  • 150 gr de harina
  • 250 ml de leche entera
  • Un chorrito de aceite
  • Una pizca de sal
  • 2 huevos
  • Un poco de leche extra
  • 250 gr de espinacas congeladas
  • 100 gr de queso cheddar
  • Sal y pimienta
  • 4 lonchas salmón ahumado

Preparación

Bate ligeramente los huevos y añade la leche, la sal y el aceite. Mezcla y echa  la harina. Vuelve a mezclar. Calienta una sartén con una cucharadita de aceite.  Vierte una cucharada sopera, extiende bien la mezcla simplemente inclinando la sartén hacia todos los lados. Cuando la masa burbujee, despégala con cuidado y dale la vuelta. Sácala a los pocos segundos, cuando esté dorada. Repite la operac ión con toda la masa.

Descongela las espinacas y escúrrelas bien. Saltea con un poco de aceite las espinacas y salpimenta al gusto. Añade un poco de leche y remueve a fuego lento para que queden melosas. Cuando la leche se haya reducido, añade el cheddar, remueve y apaga el fuego. Sobre cada crepe extiende una buena cantidad de espinacas y corona con una loncha de salmón.

French toasts para un desayuno a tope

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Menudo invento el de las tostadas francesas o French toasts. ¿Te sobra pan del día anterior? ¿El pan de molde empieza a parecer un bloque de hormigón? No problemo! Inventos como las french toasts, las torrijas o incluso el pan de calatrava nacieron con el único propósito de dotar al pan reseco de una nueva y gloriosa vida. Reciclar, reciclar y reciclar: ésa es la consigna. Sólo necesitas tener en casa lo que cualquiera debería tener siempre en casa (ejemmm), a saber: azúcar, huevos y leche, ingredientes básicos en cualquier postre reciclado. ¿Los tienes? Pues prepárate para disfrutar de un desayuno memorable.

 

Ingredientes

(para 6 tostadas)

  • 2 huevos ligeramente batidos
  • 1 taza de leche entera
  • ½ cucharadita de esencia de vainilla
  • ½ cucharadita de canela
  • 4 cucharadas de azúcar + un poco más para espolvorear
  • Mantequilla
  • 6 tostadas que estén empezando a secarse o 6 rebanadas de pan del día anterior

 

Preparación

En un cuenco mezclamos las 4 cucharadas de azúcar con la leche, los huevos y la esencia de vainilla. En una fuente disponemos el pan y vertemos la mezcla por encima, asegurándonos de que queda bien empapado. Mientras se empapa bien, ponemos a calentar una sartén con una cucharada de mantequilla. Cuando esté caliente, vamos echando las tostadas, con cuidado para que no se rompan. Doramos por ambos lados (nos llevará unos cinco minutos) y retiramos del fuego. Colocamos las tostadas sobre un plato con papel absorbente para retirar el exceso de grasa. Cuando estén tibias, espolvoreamos con un poco de azúcar y canela.

 

Tabouleh con calabacín salteado

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Este tabouleh sustituye el tradicional pepino por calabacín salteado y elimina la cebolla fresca, por lo que resulta muy digestivo, ideal para las cenas de verano. Si tienes a mano un manojito de menta fresca, trocéalo y añádelo a esta deliciosa ensalada ¡multiplicarás su frescura!

Puedes sustituir el cus-cus por bulgur, que tiene pinta como de trocito de grano de trigo hervido, como un grano de cus-cus pero más entero.  Por lo visto, en la cocina libanesa el tabouleh se hace con bulgur y no con cus-cus. Este ingrediente cambiará la textura del plato y lo hará más crujiente.

 

Ingredientes

Para dos personas

  • 1 calabacín cortado a daditos
  • 1 tomate grande, maduro y sabroso, cortado a daditos
  • Unos 150 gr de queso feta, cortado a daditos
  • El zumo de medio limón
  • Cus-cus
  • Un puñado de aceitunas negras
  • Aceite de oliva virgen extra
  • Sal y pimienta recién molida

Preparación

Salamos al gusto los daditos de calabacín

Calentamos un poco de aceite en una sartén. Cuando esté muy caliente echamos los daditos y salteamos a fuego vivo durante unos minutos. Tienen que quedar dorados por fuera y al dente por dentro, por lo que con dos o tres minutos bastará. Apartamos y reservamos.

Hervimos en un cazo un poco de agua. Cuando rompa a hervir, apagamos y echamos el cus-cus. Yo lo eché a ojo… muy típico en mí. Probad con un par de puñados. Removemos y esperamos un par de minutos para que el grano se ablande. Escurrimos y echamos un cuenco grande. Añadimos el tomate, el calabacín, el queso, las aceitunas y removemos con cuidado. Aliñamos con el zumo de limón, el aceite, la pimienta y la sal. Servimos fresco.

 

 

Helado de cerezas para celebrar el verano

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Esta receta de helado es para celebrar el verano, la vida y todas las cosas buenas que nos pasan a diario, que son muchas aunque a veces no nos demos cuenta. Las cerezas son una fruta maravillosa, sabrosa, dulce y con un punto ácido, perfectas para la repostería; además traen buenas noticias, nos dicen que el verano ya está aquí. La intensidad del color del helado es una inyección de optimismo y es inevitable que nos traiga recuerdos de la infancia. ¿Quién no se ha pegado de pequeño grandes atracones de cerezas? Seguidos de un dolor de estómago de esos que hacían historia.

Si no tenéis deshuesador de cerezas os recomiendo que os compréis uno. Son muy baratos y facilitan la tarea de quitar el hueso un montón. Si no tenéis uno, no pasa nada, os armáis de santa paciencia y ya está.

Esta receta de helado de cerezas se puede hacer con o sin heladera. Yo esta vez lo he hecho sin heladera y me ha sorprendido que quedara tan bien.

Ingredientes

  • ½ kg de cerezas deshuesadas
  • 180 gr de azúcar
  • 1 yogur griego
  • 250 ml de nata para montar

Preparación

Colocamos las cerezas en un cazo y calentamos a fuego lento junto al azúcar durante unos quince minutos. Dejamos templar y trituramos hasta conseguir una textura más o mneos fina (dependiendo de si os gustan los tropezones o no). Mezclamos con el yogur.

En un cuenco echamos la nata y la montamos. Con cuidado mezclamos con el puré de cerezas. Echamos en un táper y metemos al congelador. Cuando empiece a cuajar (al cabo de una media hora o tres cuartos) removemos para que no cristalice. Repetimos la operación cada veinte minutos hasta que esté cuajado del todo el helado.

¿Quieres probar con otra receta de helado? Prueba con este helado de té matcha

Hummus sencillo de garbanzos

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Hummus en árabe significa “garbanzo” por lo que este plato vendría a traducirse (tal y como lo he titulado) como “garbanzo de garbanzos”. Parece una idiotez pero no lo es tanto. Aunque la base del hummus casi siempre es de garbanzo, este plato admite infinidad de variaciones y puede complementarse con multitud de ingredientes que nos podemos sacar tranquilamente de la manga. Por ahí he visto un Hummus con pimientos y pistacho que he estado muy tentada de hacer (¿se parecerá a la Muhammara que preparé hace tiempo?), pero es solo un ejemplo de los cientos que puedes encontrar en la web.

Esta receta es perfecta para dipear en el aperitivo. Preséntala con un pan de pita recién horneado y no necesitarás muchos prolegómenos más para llegar al plato fuerte más feliz que una perdiz. Bueno, si además haces una tapenade de aceitunas negras y un baba ganoush, tendrás la santísima trinidad de los untables en tu mesa… y a tus comensales a tus pies. Es que pocas cosas hay que superen a las aceitunas, las berenjenas y los garbanzos.

Por cierto, el origen del plato se lo disputan árabes e israelíes (parece que el conflicto se extiende hasta lo gastronómico).  Quizás debieran ver el documental Make hummus not war, un film que afirma que este plato podría hacer  que ambas partes llegaran a entenderse.

Ingredientes

  • 400 gr de garbanzos cocidos de bote (escurridos)
  • 2 dientes de ajo
  • 2 cucharadas de pimentón de la Vera
  • Sal
  • Un ramita de perejil
  • 1 cucharada de comino
  • Aceite de oliva virgen
  • 4 cucharadas de tahina o de sésamo (tostado o crudo)
  • El zumo de un limón

 

Preparación

Machacamos los dientes de ajo con un mortero. En un cuenco trituramos los garbanzos. Añadimos los ajos, la tahina, un chorro de aceite muuuuy generoso y el zumo y trituramos un poco más hasta obtener una pasta fina. Cortamos fino el perejil y añadimos a la mezcla, junto al pimentón y la sal. Probamos y rectificamos de sal y aceite si es necesario.

Lo servimos fresco, con un chorrito de aceite y un poco de pimentón espolvoreado. Acompañamos con el pan de pita caliente.

Ternera guisada al estilo Thai

ternera thai

De vez en cuando en la vida te topas con uno de esos libros que se convierten en el eje central de tu cocina diaria. Un imprescindible de los platos de todos los días con las hojas con manchurrones de grasa y dedazos a tutiplén, que te sirven para la agenda gastronómica de la familia de lunes  a viernes y para una cena más especial con tus amigos. La comida de la familia, del afamadísimo Ferrán Adriá tiene pinta de convertirse en eso y mucho más. Está plagado de recetas ricas para hacer todos los días, pero con un toque especial. Desde el clásico Ossobuco de ternera italiano hasta Cochinita Pibil (mmmmmm).

La familia a la que se refiere Ferrán no es otra que su “familia” del Bulli, es decir, sus compañeros de trabajo y empleados del restaurante, con los cuales pasaba horas y horas. A las seis y media esa gran familia de 75 cocineros se sentaban a comer/cenar y no precisamente la alta cocina que se degustaba en el Bulli, sino los platos de toda la vida (sean de aquí o de China).

Esta receta de ternera thai se guisa lentamente, de manera que la carne queda tiernísima. El sabor del coco y el curry te garantiza un viaje sensorial a la a antigua colonia británica. 100% guaranteed.

Ingredientes

  • 1 kg de ternera cortada en filetes finos
  • 1 cucharada de jengibre fresco rallado
  • 1 manojo de cilantro fresco picado
  • 1 cucharada de pasta de curry
  • 300 ml de leche de coco
  • Sal y pimienta
  • Aceite de oliva.

Para acompañar: arroz hervido

 

Preparación

En una olla de fondo amplio vierte medio dedo de aceite y sofríe durante algunos segundos el curry y ¾ partes de la leche de coco. Coloca los filetes en el fondo de la olla, previamente salpimentados. Guisa a fuego medio o bajo durante al menos una hora (yo lo dejé una hora y media), removiendo suavemente de vez en cuando para que no se pegue. Al finalizar el tiempo de guisado, rectifica de pimienta y sal, añadimos el resto de leche de coco y el cilantro.

Servimos acompañado de arroz. También podemos acompañarlo de pan de pita.

 

Banana bread tradicional

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En primer lugar, perdonad el horror de foto. No estaba inspirada y me salió este trozo corcho.

Ésta receta es una versión más clásica del Banana bread, más sencilla y no tan calórica como aquélla que hice de Banana bread al estilo de Mikel y –reconozcámoslo- no tan buena. Pero es una buena opción si quieres un dulce no demasiado empalagoso para acompañar tu té. El dulzor natural de los plátanos sustituye en gran medida al azúcar (solo hemos puesto 100 gr) y es muy nutritiva.

Ingredientes

  • 175 gr de harina
  • 50 gr de copos de avena
  • 100 gr de azúcar
  • 100 gr de mantequilla a temperatura ambiente
  • 1 sobre de levadura
  • 1 pellizco de sal
  • 100 gr de nueces troceadas
  • Un poco de nata montada
  • 3 plátanos muy maduros
  • 1 cucharadita de esencia de vainilla
  • 2 huevos ligeramente batidos

 

Preparación

Precalienta el horno a 170 grados

Mezcla en un cuenco la mantequilla y el azúcar. Añade los huevos y la esencia de vainilla. En otro cuenco mezcla la harina, la sal, el azúcar y la  levadura. Junta ambas mezclas y remueve hasta que esté homogéneo. Aplasta los plátanos con un tenedor y échalos a la mezcla junto con las nueces. Vierte tres o cuatro cucharadas de nata montada (yo lo hice a ojo con un bote de spray de nata montada que tenía en casa) e intégrala con movimientos envolventes.

Prepara un molde rectangular con papel de horno y vierte la masa. Aplana la superficie con una espátula. Puedes decorar con almendra picada o azúcar. Cubre el molde con papel de aluminio porque de lo contrario se quemará la superficie. Hornea durante una hora y cuarto o hasta que al insertar un palillo en la masa, éste quede limpio al extraerlo. Quita el aluminio cuando queden unos treinta minutos para que finalice el horneado.

Saca del horno y deja enfriar sobre una rejilla.

 

Galletas de choco y nueces de Macadamia

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Fáciles de hacer y deliciosas. La delicadeza de las nueces de Macadamia le otorga un sabor especial y el chocolate le da un contrapunto más mundano, pero que nunca falla. Son ideales para una merienda o para acompañar el café en el desayuno.

Son aún más epatantes si troceas las nueces y el chocolate a mano. Yo lo hice con un robot de cocina y quedaron demasiado finas, no había contrastes de texturas y el sabor se aprecia de manera demasiado homogénea. Hazme caso: ganan el doble si coges un cuchillo y troceas ambos elementos.

Ingredientes

30 unidades

  • 250 gr de mantequilla a temperatura ambiente
  • 200 gr de azúcar moreno
  • 2 huevos
  • 400 gr de harina
  • ½ cucharadita de esencia de vainilla
  • ½ cucharadita de sal
  • ½ cucharadita de levadura en polvo
  • 100 gr de chocolate con leche picado
  • 100 gr de nueces de macadamia

Preparación

En un cuenco vertemos la mantequilla, la vainilla y el azúcar. Mezclamos hasta que blanquee y añadimos los huevos y seguimos removiendo. Ahora le toca el turno de los elementos secos: harina, levadura y sal. Removemos bien hasta que quede homogéneo y por último incorporamos las nueces de macadamia y el chocolate, removiendo también.

Dividimos la masa en dos y con cada montoncito hacemos un rulo de unos 3 cm de grosor. Lo envolvemos en papel film y refrigeramos dos horas.

Precalentamos el horno a 170 grados.

Forramos dos bandejas con papel de hornear. Sacamos los rulos de la nevera, retiramos el film y con un cuchillo afilado cortamos en discos. Los colocamos sobre el papel y horneamos durante 10 o 15 minutos, hasta que estén doradas.

Dejamos enfriar sobre una rejilla.

 

Solomillo Wellington

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Weeeeellingon… weeeeellington. Su nombre llevaba varios meses resonando en mi cabeza, como una institutriz estirada de la época victoriana llamando a su pupilo. No recuerdo cómo lo descubrí, pero me cautivó desde el primer instante, ese rollo de hojaldre crujiente y sabroso con una maravillosa sorpresa de solomillo tierno y entre medias la fabulosa salsa Duxelles, un sofrito de champiñones, chalotas, mostaza  y paté. La verdad es que los ingleses tienes cuatro cosas contadas en su gastronomía, pero las cuatro que tienen son riquísimas.

Esta receta de solomillaco Wellington es perfecta para lo que llamamos en el argot cotidiano una comilona en familia. Es potente y reúne dos pilares básicos de nuestra alimentación: carnaza, verduras, pan (hojaldre)  y patatas. Así mamá se quedará tranquila.

Para culminar el atracón con algo dulce recomendamos un crumble, otro habitual de las mesas anglosajonas, como por ejemplo este Crumble del Orgullo Gay.

Ingredientes

Para cinco personas

  • 1 solomillo de ternera alargado (1kg)
  • Hojaldre cuadrado (compra un par de paquetes, unos 500 gr, por si acaso)
  • Sal y pimienta recién molida
  • 5 chalotas
  • 400 gr de champiñones
  • 1 lata de paté o de Foie gras
  • 3 cucharadas de mostaza de Dijon
  • Aceite de oliva virgen extra
  • 1 huevo

 

Preparación

Empieza por preparar la carne. Si el carnicero no te ha quitado la grasa, hazlo tú. Perfecciona la figura alargada del solomillo. Si te sobran trozos, no te preocupes, luego puedes montarlo como un rompecabezas y no se nota gracias al hojaldre.

Salpimenta la carne y márcala en una sartén caliente con un poco de aceite durante algunos minutos, por todos los lados. Hazlo a fuego vivo y solo hasta que esté ligeramente dorado, durante muy poco tiempo, para que el interior quede semicrudo y tierno. Aparta la carne y deja templar.

Precalentamos el horno a 200 grados

Ahora preparamos la salsa Duxelles. Picamos las chalotas muy finas. Yo utilicé un accesorio de la minipímer que tritura porque queda una textura muy fina. Ponlas a sofreír suavemente durante cinco minutos. Mientras, picamos los champiñones y los añadimos. Sofreímos durante diez minutos más. Apagamos, dejamos templar y mezclamos con el paté.

Pintamos el solomillo con la mostaza.

Montamos el solomillo. Extiende la masa cuadrada y unta una fina capa de la salsa, dejando libres los bordes del rectángulo más largos (de otra manera, desbordaría). Coloca de manera paralela la pieza de solomillo. Si falta solomillo y te sobran trozos, colócalos a continuación, siguiendo la forma de rulo del solomillo. Comienza a enrollarlo, con cuidado. Cuando acabes, sella las juntas y colócalo en una bandeja de horno preparada con papel de horno.

Hornea durante veinte minutos y deja reposar otros diez minutos. Yo me pasé de tiempo y se me quemó un poco por arriba. Acompáñalo de patatas asadas y guisantes, para una comida típicamente británica.

 

Cheesecake de Oreo

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Si te declaras fan incondicional de esta pequeña cookie americana, entonces te encantará este postre. Es como una galleta Oreo, pero gigantona. Base de Oreo, topping de Oreo y crujientes Oreo en el interior. Oreo, Oreo, Oreo. A mi no me matan las galletas en sí, pero me encantan cómo funcionan como base de tarta. Prueba de ello es esta Tarta de plátano y queso con base de Oreo que hice hace ya bastante tiempo y que me rechifla

Esta receta fue el postre de la cena que sorteé hace un par de semanas.  Por si os pica la curiosidad, de entrantes hice un bonito teriyaki con espárragos y unas empanadillas chinas a la plancha. De ninguno conservo material gráfico digno, por lo que no creo que haga un post al respecto. De plato fuerte me atreví con estos Vermicelli de berenjena y mango, un plato que aunque parece osado, siempre triunfa.

Ingredientes

  • 800 gr de queso crema
  • 200 ml de nata para montar
  • 100 ml de leche entera
  • 150 gr de azúcar
  • El zumo de ½ limón
  • 8 hojas de gelatina neutra
  • 50 galletas Oreo + unas 10 para decorar
  • 80 gr de mantequilla derretida

Un molde desmontable para tartas de unos 25 cm de diámetro

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Preparación

En un poco de agua fría, pon a remojo las hojas de gelatina para que se hidraten.

Con una trituradora machaca las cincuenta oreo. Reserva un poco. El resto mézclalo con la mantequilla hasta que parezca arenilla. Viértelo en la base del molde y aplástalo contra la base. Refrigera para que la base se endurezca.

Calienta la leche hasta que empiece a hervir. Justo en ese momento apaga el cazo, escurre bien las hojas de gelatina y mezcla con la leche hasta que se disuelva. Añade el azúcar, el limón y el queso crema, todo poco a poco, hasta que quede bien integrado.

Bate la nata hasta que esté bien montada y ve integrándola en la masa suavemente, con movimientos envolventes y con cuidado de no batir. Saca la base de la nevera y vierte la mitad de la masa por encima. Aplana con una espátula y echa por encima varias galletas. Vierte la otra mitad y vuelve a aplanar. Refrigera durante toda la noche. En el momento de servir, espolvorea la pequeña ración de oreo machacadas que habías reservado y desmolda la tarta.